CONVIVENCIA PASCUAL KAIRÓS 2018 – Rumbo al interior

RUMBO AL INTERIOR

¡AYÚDAME A SENTIR!

Diego no conocía la mar. El padre, Santiago Kovadloff, lo llevó a descubrirla. Viajaron al sur. Ella, la mar, estaba más allá de los altos médanos, esperando. Cuando el niño y su padre alcanzon por fin aquellas cumbres de arena, después de mucho caminar, la mar estalló ante sus ojos. Y fue tanta la inmensidad de la mar, y tanto su fulgor, que el niño quedó mudo de la hermosura. Y cuando por fin consiguió hablar, templando, tartamudenadno, pidió a su padre: ¡Ayúdame a mirar! (Eduardo Galeano)

También tú, como Diego, necesitas pedir ayuda, pero no para mirar, sino para sentir.
Cuando somos niños, vivimos una etapa de nuestra vida en la que la serenidad y la felicidad predominan sobre otros estados de ánimo. Los niños juegan y se ríen, viven envueltos en un halo de fantasía y se cargan de ilusiones…
Pero hace ya algunos años, tu cuerpo empezó a cambiar, te hiciste mayor y, para tu sorpresa, tu humor cambió. Te volviste una persona insegura; unas veces estabas eufórico y otras no te aguantaba ni el perro; aparecían en tu corazón sentimientos que desconocías por completo y, para colmo, nadie te hablaba de ellos.
En el colegio, los tutores te explicaban los cambios hormonales y el despertar a la sexualidad, te decían muchas cosas sobre el carácter de los adolescentes, pero enseñar a sentir, a reconocer lo que pasa por dentro, la verdad, nadie lo hacía.
En casa, el ambiente no estaba muy sereno como para ponerse a hablar de sentimientos; los padres hablan de la hora de recogida cuando se sale, o de las notas, o de las broncas con los hermanos, pero no se atreven a hablar de cómo te sientes.
Los amigos, tampoco son ahora de mucha ayuda: están tan liados como tú y, al veros, parece un culebrón de enredos y desenredos que os agotan y sacan de quicio.

 

DE LO QUE SIENTE TU CORAZÓN SE ALIMENTA TU VIDA

Los seres humanos desplegamos toda nuestra energía en tres espacios: pensar, sentir y hacer.
Para vivir en armonía necesitamos mantener un equilibrio entre los tres. Si solo nos dedicamos a uno de dos de ellos, nos falta algo.
Para aprender a sentir tenemos que evitar entonces dos polos opuestos: ni olvidarnos de los sentimientos (siendo personas que solo hacen o solo piensan), ni desbordarnos por ellos (sin dejar espacio para el pensamiento y la acción).
Sin sentimientos, eres algo parecido a un cadáver, a un zombi que deambula por la vida sin disfrutar de ella, que está con la gente sin estar con ellos, que no conecta con su interior y, por lo tanto, con su ser más profundo. Si por el contrario, eres una coctelera de sentimientos, se sentirás atrapado en muchas situaciones de la vida, los acontecimientos te llevarán de aquí para allá, tendrás serias dificultades para relacionarte con los demás, porque tus sentimientos no te dejarán escuchar los de otras personas o, lo que es peor, no podrás controlar tus comportamientos haciendo daño a los que te rodean e incluso a ti mismo.
Te animamos a crear un espacio a tus emociones para aprender a manejarlas de modo que tu corazón sea una fuente permanente de energía positiva para tu pensamiento y para tu acción, y en definitiva, para tu vida.

DEL ZAPPING A LA ESCUCHA DE TU INTERIOR

Muchas cosas te afectan; algunas te dan satisfacciones y otras muchas te hacen sufrir. Además, la cultura actual te va bombardeando de estímulos a los que tu corazón responde, a veces sin conciencia. Son tantas las informaciones que te llegan que van generando en ti una sobrecarga que te aceleran por dentro. ¡Vivir es complicado!

Como respuesta solemos hacer como cuando nos sentamos ante la tele: cambiamos de canal, es decir, hacemos zapping.

Cuando estamos molestos o saturados , vamos picando aquí y allá para que las cosas nos salpiquen lo menos posible. Pero algo siempre calan.

además, al no tener tiempo para procesarlas, vas viviendo un sentimiento difuso de insastifacción que, tarde o temprano, sale fuera y, normalmente, de manera violenta.

Te proponemos que, en vez de cambiar de canal, te quedes en las cosas para que las emociones tengan tiempo para entrar en ti y puedas tomar conciencia de ellas. Así pretendemos que las puedas elaborar correctamente y que tu vida afectiva sea lo más sana posible.

Elaborar las emociones significa, en primer lugar, aceptarlas y sentirlas, sin bloqueos. Algunas veces nos da miedo hacerlo porque nos pueden descontrolar.

En segundo lugar, las distinguimos, les ponemos nombre y les damos salida. Darle salida significa, algunas veces, poderlas compartir. Para eso necesitas solo a alguien que te sepa escuchar sin juzgarte.

Darle salida significa además comportarte como la emoción te empuja; lo que ocurre es que, muchas veces no es sano hacerlo; por eso tienes que encontrar vías saludables que te permitan darle salida a tus sentimientos en la acción.

El proceso así estará acabado y te permitirá adquirir un abanico amplio de emociones que te resulten familiares; así serás una persona crecida con capacidad para escuchar y entender a otras personas que viven las mismas emociones que tú ya conoces.

DE LA INTERIORIDAD A LA ORACIÓN

¡Señor, Tú me sondeas y me conoces! (Salmo 139)

Si, como pretendemos, vas a pasar más tiempo por dentro de ti para rastrear los sentimientos de tu interior, tarde o temprano descubrirás que alguien merodea por esas cavernas del alma y que, por supuesto, sabe muy bien qué te pasa, te puede comprender mejor que nadie y te escucha sin juzgarte. Ese alguien es el mejor amigo de cada uno de nosotros mismo: os proponemos que sea compañero de esta aventura.

Te invitamos a que enredes a Dios es tu viaje hacía tu interior. Él te puede ayudar a madurar y vivir con satisfacción tus emociones porque sabe de eso. No es un ser absoluto, lejano, distnta y frío, sino la fuente del Amor…que ha querido hacerse carne, como tú y como yo, para ser compañero; que nos ha derramado su Espíritu en nuestro interior para que, al buscarnos a nosotros, nos encontremos con Él; que no permanece ajeno al sufrimiento humano, ni se desentiende de los excluidos y de los pequeños, porque escucha incluso a los que no tienen voz; que arranca de nosotros nuestros corazones de piedra y nos da un corazón de carne para latir y vibrar con la vida.

Dios habita en tu corazón, y te ayudará a navegar por el mar de tus emociones.

¡Escúchale!

¡Disfruta de la vida!

¡No tengas miedo y aprende a sentir!

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