Don Bosco y Grigio

En 1883, mientras caminaba por la ciudad italiana de Turín, San Juan Bosco notó que un perro grande lo seguía. Se le acercó para acariciarlo y debido a su color gris, lo llamó “Grigio”.

El animal lo seguía cuando caminaba solo en las noches. En una ocasión, un hombre le disparó Don Bosco y Grigio apareció inmediatamente para defenderlo.

Otro día, el perro atacó a un bandido que había atacado al sacerdote por la espalda y colocado una bolsa sobre la cabeza.

En otra ocasión un desconocido quiso herir a San Juan Bosco con una estaca, pero él se defendió. Mientras el delincuente llamaba a gritos a sus cómplices, apareció Grigio y comenzó a ladrar. Entonces el hombre le pidió al santo que tranquilizara al perro.

Don Bosco lo hizo con la condición de que ni él ni sus compañeros volvieran a atacarlo.