CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN – Dios llama a Moisés y libera al pueblo de la esclavitud (tema 11)

“Yo estoy contigo y te enseñaré lo que has de decir” (Éx. 3, 12; 4, 12)

  • ENTRADA

¿Qué tarea tengo esta semana? ¿He realizado los compromisos de la semana pasada? ¿Cómo ha sido llevarlos a cabo?

  • VER – Miramos nuestra realidad

Dios se ha revelado interviniendo, con obras y palabras, en la historia del pueblo de Israel y , por último, a través de Jesucristo, que es la plenitud de toda la comunicación de Dios.

Libro del Éxodo ==> La Biblia nos narra que los hijos del patriarca Jacob, empujados por el hambre, emigraron a Egipto en tiempos de José y se establecieron en este país.

En Egipto, muchos años después, los israelitas fueron tratados como esclavos. En la opresión, clamaron a Dios y el Señor escuchó sus gritos. Dios se se acordó de ellos y les mandó a Moisés, su siervo. Le dijo: “El clamor de los hijos de Israel ha llegado a mí, y he visto cómo los tiranizaban los egipcios. Y ahora marcha, te envío al Faraón para que saques a mi pueblo, a los hijos de Israel.” (Éx 3 , 9-10)

Moisés, lleno de temor, se excusó diciendo: “Mira, yo iré a los hijos de Israel y les diré: “El Dios de vuestros padres me ha enviado a vosotros”. Si ellos me preguntan: “¿Cuál es su nombre?” ¿qué les respondo?”

Entonces, el Señor le reveló su nombre diciendo: “Yo soy el que soy”: El Señor, Dios de vuestros padres, el Dios de Abrahán, Dios de Isaac, Dios de Jacob, me envía a vosotros. Este es mi nombre para siempre: así me llamaréis de generación en generación.” (Éx 3, 14-15)

Moisés marchó a Egipto y se presentó al Faraón pidiéndole que dejara salir a los israelitas. Per el Faraón no lo permitió. Entonces Dios mostró su poder con prodigios y portentos, hasta que el Faraón, impotente ante el poder del Señor, autorizó la salida de Israel del país de Egipto. Dios liberó así a su pueblo de la esclavitud.

Capitaneados por Moisés los israelitas salieron de Egipto y llegaron al mar Rojo. El Señor hizo soplar durante toda la noche un fuerte viento del este, que secó el mar, y los israelitas atravesaron a pie el cauce desecado. El Faraón se arrepintió de su decisión y se apresuró a lanzar contra los israelitas todas sus tropas y carros de combate para ver si todavía podía detenerlos.

Pero el Señor sembró el pánico entre los egipcios, trabó las ruedas de sus carros y pidió a Moisés que extendiera su mano sobre el mar. Las aguas volvieron a su cauce y los israelitas vieron a los egipcios muertos en la orilla del mar.

Al ver los prodigios que Dios realizaba para librarlos de la esclavitud, el pueblo de Israel creyó en el Señor y confió en Moisés, su siervo.

La Pascua judía ==> es un recuerdo del momento en el que los israelitas dejaron de ser esclavos en Egipto para iniciar su camino de liberación hacia la tierra prometida.

En la memoria del pueblo de Israel quedó grabada la cena que celebró cada familia la noche en que Dios lo liberó de la esclavitud. Aquella noche los dinteles de las puertas de las casas de los israelitas estaban rociados con la sangre del cordero inmolado para la cena, señal de que allí vivían hebreos. Fue la cena de la liberación: la cena del cordero y del pan ácido, pan de la miseria y de la prisa por terminar la injusta situación del pueblo de Israel en Egipto.

En tiempos de Jesús, aquellos que podían peregrinaban a Jerusalén y sacrificaban un cordero, el cordero pascual, como recuerdo de esta liberación.

El pueblo de Israel recuerda cada año el Paso o Pascua del Señor que los liberó de la esclavitud e hizo posible su salida de Egipto. Agradece también las maravillas obradas por Dios cuando su pueblo pasó a través de las aguas del mar Rojo.

Para los cristianos aquella primera Pascua con Moisés es anuncio de la Pascua definitiva de Jesús: su paso de la muerte a la vida, su Pasión y su Resurrección. La eucaristía que celebramos es el memorial de la Pascua de Cristo. La sangre del cordero pascual y las aguas que salvaron al pueblo de Israel con un anuncio de la sangre de Jesús, derramada en la cruz por nuestra salvación, y de las aguas del bautismo, que hacen pasar a los cristianos de la muerte a la vida.

Dios se da a conocer ==> Dios se reveló a su pueblo Israel dándole a conocer su Nombre. Que Dios tenga un nombre significa que se comunica a sí mismo y se hace accesible, dando a los seres humanos la posibilidad de conocerle más íntimamente y de invocarle personalmente.

Se revela a Moisés como el Dios de sus padres, el que había llamado y guiado a los Patriarcas. Pero, aun revelándose, Dios sigue siendo un misterio inalcanzable, pues, como dice San Agustín, si lo comprendieras, no sería Dios.

Israel reconoce que Dios es el único Dios, fiel y compasivo, que se acuerda de su pueblo y de sus promesas, y que actúa en la historia para liberarlo. Yahvé es, ante todo, el Dios que salva. Como el pueblo de Israel, también nosotros estamos llamados a:

  1. Reconocer la grandeza y la majestad de Dios: “Dios debe ser el primer servido” (Santa Juana de Arco)
  2. Vivir en acción de gracias: todo lo que somos y todo lo que poseemos vienen de Él.
  3. Confiar en Dios en todas las circunstancias, incluso en la adversidad.
  • JUZGAR – ¿Qué nos dice Jesús?

1. Vocación de Moisés – Dios le llama porque le necesita.

2. Moisés respondió a la llamada del Señor y fue a liberar al pueblo israelita esclavo en Egipto.

3. En una noche de luna llena Moisés sacó a su pueblo de la esclavitud y los llevó a la libertad.

¿A quién pide Dios ayuda ahora?

  • ACTUAR – ¿Qué podemos hacer?

¿Cómo podemos nosotros ayudar a Dios? ¿Ser como Moisés, su siervo para liberar al pueblo?

  • COMPROMISO PERSONAL

Piensa en alguna atadura que tengas en tu día a día. Algo que, sin saberlo, te tiene algo “esclavizado”.

¿Qué puedes hacer para liberarte?

“Toma en tu mano este cayado, porque con él has de hacer mis prodigios. Yo estaré contigo.”

  • COMPROMISO GRUPAL / FAMILIAR

¿Se os ocurre algo que podamos hacer como grupo con todas esas situaciones que hemos conocido de esclavitud?

  • ORA ¡Cuéntaselo a Jesús!

¡Recuerda! No te olvides de tu oración diaria con el Padre.

Cantaré al Señor, gloriosa es si victoria, caballos y carros ha arrojado en el mar. Mi fuerza y mi poder es el Señor, él fu mi salvación. Él es mi Dios: yo lo alabaré; el Dios de mis padres: yo lo ensalzaré. Sopló tu aliento y los cubrió el mar, se hundieron como plomo en las aguas formidables. ¿Quién como tú, Señor, entre los dioses? ¿Quién como tú, terrible entre los santos, temible por tus proezas, autor de maravillas? El Señor reina por siempre jamás. (Éx 15, 1-2, 10-11, 18)

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