CATEQUESIS DE CONFIRMACIÓN – Jesús promete y envía al Espíritu Santo (tema 23)
“Id al mundo entero y proclamad el Evangelio a toda la creación” (Mt 16, 15)
- Dos discípulos caminan hacia una aldea llamada Emaús. No comprenden ni aceptan que Jesús haya muerto en la cruz… (Lc 24, 17 – 21)

- Haber conocido a Jesús, haberlo escuchado y haber visto sus obras no les ha sido suficiente para comprender que Dios actúa de modo diferente al que los hombres suelen espera. Necesitan ayuda. Por ello, ya Jesús les había prometido que recibirían, desde el Padre, el don del Espíritu Santo:
“Os he hablado de esto ahora que estoy a vuestro lado, pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que enviará el Padre en mi nombre, será quien os lo enseñe todo y os vaya recordando todo lo que os he dicho” (Jn 14, 25-26)
En estas palabras de Jesús, los Apóstoles fueron descubriendo una promesa y una llamada:
- La promesa: el Espíritu Santo vendrá como luz que les ayudará a comprender lo que Jesús dijo, y como fuerza para seguirle y vivir unidos en la paz y en el amor del Señor.
PARÁCLITO: palabra griega que significa “defensor”, “intercesor”, “abogado”, “protector”, “consolador”. Jesús fue todo esto para sus discípulos, aquí en la tierra. En nosotros este papel lo desempeña ahora el Espíritu Santo. Es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo.
¿Quién es el Espíritu Santo? El Espíritu Santo es Dios, es la tercera Persona de la Santísima Trinidad, que procede del Padre y del Hijo. Él da vida ala Iglesia y la hace santa.
- La llamada: es una invitación a llevar la luz del Evangelio con la fuerza del Espíritu Santo y a ser testigos de un nuevo estilo de vida, germen del reino de Dios.
Después de su ascensión a los cielos, Jesús confía a los discípulos y a todos los cristianos una misma misión:
“Se me ha dado todo poder en el cielo y en la tierra. Id, pues y haced discípulos a todos los pueblos, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo y del Espíritu Santo; enseñándoles a guardar todo lo que os he mandado. Y sabed que yo estoy con vosotros todos los días, hasta el final de los tiempos.” (Mt 28, 18 – 20)
La tristeza de aquellos primeros discípulos se convirtió en alegría y en misión. Como ellos, cada uno de nosotros está llamado a continuar la obra de Jesús con al fuerza del Espíritu Santo. La semilla sembrada por él da fruta, es la iglesia, y crece cuando el discípulo tiene un corazón generoso y se decide a trabajar por el reino de Dios.
- Por el Espíritu, la Iglesia continua la obra de Jesús
San Lucas es autor de dos libros de la Biblia:
- El Evangelio de San Lucas: dónde presenta a Jesús de forma visible, corporalmente.
- El Libro de los Hechos de los Apóstoles: dónde lo presenta, no ya presente físicamente, sino actuando por su Espíritu. (Lc, 24, 51) / (Hch 1, 10-11)
Por la acción del Espíritu Santo, los gestos y palabras de Jesús continúan hoy vivos entre nosotros a través de los gestos y palabras de la Iglesia. Quienes participamos en la vida de la Iglesia descubrimos, en sus gestos y actuaciones, que la obra salvadora de Cristo sigue presente entre nosotros.
En la Historia de la Salvación, la Iglesia, impulsada por el Espíritu Santo, tiene una misión que realizar. El Señor la ha constituido pueblo de Profetas, de testigos de la Resurrección enviados a anunciar el Evangelio a todas las naciones comenzando desde Jerusalén.
- ¿Qué quiere decir que el Espíritu Santo habló por los profetas?
En la antigua Alianza, Dios llenó a hombres y mujeres del Espíritu Santo para que alcanzaran su voz a favor de Dios, hablaran en su nombre y preparan al pueblo para la llegada del Mesías. Escogió hombres y mujeres que estuvieran dispuestos a consolar, guiar y amonestar a su pueblo en nombre de Dios. Fue el Espíritu Santo el que habló por boca de Isaías, Jeremías, Ezequiel y los demás profetas. Juan el Bautista, el último de los Profetas, no solo predijo la llegada del Mesías, sino que se encontró con él y lo señaló como el Cordero de Dios que quita el pecado del Mundo (Jn 1, 29)
- Con nuestra vida anunciamos que Jesús sigue viviendo
La celebración de la Ascensión, en el séptico domingo de Pascua, nos recuerda que así como nuestro Señor Jesucristo ascendió al cielo, también nuestro corazón debe ascender con él.
Nos llenamos de alegría porque sabemos que el mundo nuevo y la humanidad nueva han empezado, de una vez para siempre, con al Resurrección y la exaltación de Jesús.
Su mandato es claro: ahora nos corresponde a nosotros, sostenidos por el Espíritu Santo, anunciar a todos los hombres la grandeza y la belleza que supone seguir el camino del Evangelio.
Esta esperanza nos conduce a participar en todo aquello que pueda mejorar nuestro mundo, avivando el amor, defendiendo la justicia y construyendo la fraternidad como testigos del Señor.
- No os dejaré huérfanos
En el discurso de despedida de Jesús, que nos ofrece el evangelio de San Juan, el Señor nos recuerda que en la oración no estamos solos, que el Espíritu Santo actúa en nuestro corazón (Jn 14, 12 – 17).
Con toda la Iglesia, invocamos al Espíritu Santo con el himno Veni Creator:
Ven, Espíritu Creador, visita las almas de tus fieles, llena con tu divina gracia los corazones que creaste.
Con el Espíritu, la Iglesia continua la Obra de Jesús.
Con nuestra vida anunciamos que Jesús sigue viviendo.
- REFLEXIÓN: Jesús promete y envía el Espíritu Santo. Escribe el nombre de personas, gestos y palabras de la Iglesia donde veamos la acción del Espíritu Santo.
Quizziz Tema 23: Jesús promete y envía el Espíritu Santo