ORACIÓN PARA CELEBRAR EL DÍA DE LA TIERRA

De rutas por la naturaleza / Víctor Cid

INTRODUCCIÓN

Nos encontramos hoy con motivo de la celebración del Día Mundial de la Madre Tierra, que se viene celebrando en distintos lugares del mundo desde el año 1970, y que desde hace más de 20 años también promueve la Organización de Naciones Unidas. Su objetivo es hacernos conscientes de que el planeta Tierra es nuestro hogar común, en el que se manifiestan nuestras relaciones con el resto de seres humanos, con los demás seres vivos y con el ambiente natural en el que se teje nuestra vida y la de quienes nos sucedan.

Todos ellos son temas de gran raigambre en la tradición de la Iglesia, aunque con frecuencia olvidados. Son elementos fundamentales de la encíclica Laudato si con la que el papa Francisco ha querido recordarnos la riqueza de esa tradición y la importancia de abordar una auténtica conversión ecológica, que nos haga adoptar comportamientos más sostenibles, más cuidadosos con nuestra casa común.

Abriéndonos a la acción del Espíritu, hoy queremos responder a esta llamada a hacernos conscientes de la Tierra como casa común, y a cuidarla.

1. SOMOS TIERRA


Es importante que nos demos cuenta de lo que somos: somos Tierra, estamos hechos de los mismos elementos que el resto de los seres que la habitan. Además, Dios nos ha concedido un alma espiritual, que nos permite tratarle con amor de hijos, pero también nos llama a la responsabilidad para cuidar las criaturas que Dios nos ha confiado.


Lector: ” Dios formó al hombre con polvo del suelo, e insufló en sus narices aliento de vida, y resultó el hombre un ser viviente” (Gén 2, 7).
Lector: El papa Francisco nos recuerda en la encíclica (LS 2):… nosotros mismos somos tierra (cf. Gn 2,7). Nuestro propio cuerpo está constituido por los elementos del planeta, su aire es el que nos da el aliento y su agua nos vivifica y restaura.

En el mismo capítulo del Génesis, Dios llama a nuestra responsabilidad sobre el resto de la Creación:

Lector: Tomó, pues, Yahveh Dios al hombre y le dejó en el jardín de Edén, para que lo labrase y cuidase. (Gén 2, 15.)

Vamos a dedicar unos minutos a hacernos conscientes de esta relación, de nuestro ser Tierra. Adoptamos para ello una postura cómoda, relajada, y nos comenzamos a hacer conscientes de nuestro propio cuerpo, y de cómo nuestro cuerpo está en directa relación con la Tierra. Porque nos sostiene, porque nos sostenemos sobre ella, porque está hecho de su misma materia.


(Podemos acompañar este momento de silencio con una música con sonidos de la naturaleza)

Tras este período de silencio contemplativo, podemos tomar conciencia de que esta conexión con la Tierra, con los elementos que la conforman, ha sido un elemento al que muchos pueblos han rendido homenaje y hasta culto, y al que la espiritualidad cristiana ha hecho referencia a lo largo de su historia, aunque lo hayamos perdido de vista en las últimas décadas. Proponemos un pequeño ejemplo al respecto:

Lector: En la cultura Kuna (Costa Rica), el hombre, las plantas, los animales y los espíritus representan los elementos dinámicos dentro de un conjunto mucho más grande y complejo conocido como nabguana, un término que designa la naturaleza en su sentido más amplio. La Gran Madre Tierra tiene una fuerza que atrae y nos permite mantener el equilibrio. “Concebimos la Madre Tierra como nuestra madre porque nos da alimentos, superviviencia, hacemos parte de ella”.

Lector: A esto, Leonardo Boff añade:
…la Tierra, la vida y la humanidad son expresiones de un mismo e inmenso proceso evolutivo que se inició hace trece mil millones de años y forman una única realidad compleja y diversa. La Tierra es Gaia, un superorganismo vivo. El ser humano (cuyo origen filológico viene de humus = tierra fértil y buena) es la propia Tierra que siente, que piensa, que ama, que cuida y que venera. La misión del ser humano, como portador de conciencia, inteligencia, voluntad y amor, es cuidar la Tierra, ser el jardinero de este espléndido jardín del Edén.

Silencio

2. DESDE LA TRADICIÓN CRISTIANA

La preocupación por el cuidado del ambiente es relativamente moderna, pero no es original en la tradición cristiana. La figura de San Francisco es ciertamente sobresaliente, pero no excepcional, ya que muchos otros autores cristianos, con sus escritos y con sus obras, han mostrado la importancia de cuidar el ambiente que Dios les había confiado. Escuchemos y acojamos este texto de San Agustín:

“Como me referiré al resto de la creación, con toda su belleza y utilidad de que la divina
liberalidad ha hecho merced al hombre, aunque postrado y condenado a tantos trabajos y
miserias, para que la goce y se aproveche de ella, ¿con qué palabras la referiremos? ¿Qué
diré de la belleza, tan grande y tan diversa, del cielo, de la tierra y del mar; de una
abundancia tan grande y de la hermosura tan admirable de la misma luz en el sol, la luna y
las estrellas; de la frescura y espesura de los bosques, de los colores y olores de las flores,
de tanta diversidad y multitud de aves tan parleras y pintadas, de la variedad de especies y
figuras de tantos y tan grandes animales, entre los cuales los que tienen menor grandeza y
cuerpo nos causan mayor admiración? Porque más nos admiran las maravillas que hacen
las hormigas y abejas que los disformes cuerpos de las ballenas. ¿Y qué diré del hermoso
espectáculo del mar cuando se viste como de librea de diferentes colores variando su color
de muchas maneras, ya de un verde rojo, ya de un verde azul? ¿Con cuánto deleite no le
miramos cuando se embravece y nos causa en ello mayor suavidad siempre que le veamos
sin exponernos al combate de las olas? “

(San Agustin, La Ciudad de Dios, 413-426, lib 22, cap 24)

Silencio

4. COMPROMETIÉNDONOS. LA ELIMINACIÓN DE LOS PLÁSTICOS

El problema de los residuos que generamos y que, simplemente, arrojamos al medio ambiente es uno de los más importantes hoy día. Así de claramente lo recoge el papa y nos lo ofrece en su encíclica Laudato si:

“Hay que considerar también la contaminación producida por los residuos, incluyendo los desechos peligrosos presentes en distintos ambientes. Se producen cientos de millones de toneladas de residuos por año, muchos de ellos no biodegradables: residuos domiciliarios y comerciales, residuos de demolición, residuos clínicos, electrónicos e industriales, residuos altamente tóxicos y radioactivos. La tierra, nuestra casa, parece convertirse cada vez más en un inmenso depósito de porquería”

Laudato si, 21.

Un caso particular lo produce el plástico, por su amplísimo uso y su larga vida media sobre la Tierra, lo que genera un importante problema de acumulación. Es precisamente el tema de los plásticos el que ha sido elegido este año por la organización del Día de la Tierra para centrarlo en un aspecto concreto.

Recordamos algunas noticias:

  • Un cachalote apareció muerto el pasado 27 de febrero en Cabo de Palos, en Murcia, después de ingerir 29 kilos de basura. El cetáceo había ingerido sacos de rafia, trozos de redes, bolsas e incluso un bidón. No es la primera vez que un animal muere en las costas españolas tras ingerir grandes cantidades de plástico. En Santander, en 1997, una ballena fue hallada muerta con 50 kilos de plástico en el estómago. En 2012 un cachalote falleció en la costa de Granada tras ingerir 18 kilos de cubiertas de los invernaderos.
  • Al ritmo de consumo actual de aquí a diez años los mares y océanos de nuestro planeta contendrán una tonelada de plásticos por cada 3 toneladas de peces y, en 2050, el peso de los residuos plásticos será superior al peso de todos los peces del planeta.
  • El «séptimo continente»: un basurero flotante en el Pacífico. Una expedición francesa partirá en mayo para inspeccionar este impresionante vertedero marino, del que dicen tiene de tres a siete veces el tamaño de España y no deja de crecer.
  • Solo el 30% de los plásticos se reciclan en España. Una botella de plástico tarda unos 500 años en descomponerse.

EXPRESAMOS NUESTRA ORACIÓN, PETICIONES, COMPROMISO

LETANÍAS POR LA MADRE TIERRA

Por los árboles, plantas, cosechas y selvas. Oremos: Ayúdanos, Dios nuestro, a cuidar la Tierra.
Por el agua, océanos, ríos, riachuelos y estanques. Oremos: Ayúdanos…
Por el aire, viento, clima y tiempo. Oremos. Ayúdanos
Por el sol, energía limpia y prevención del calentamiento global. Oremos. Ayúdanos…
Por los animales, especialmente las especies en peligro de extinción. Oremos. Ayúdanos…
Por toda la humanidad. Oremos. Ayúdanos…
Por el reciclaje y los modos personales de consumo. Oremos. Ayúdanos…
Por el uso apropiado de químicos y el desecho adecuado de tóxicos. Oremos. Ayúdanos…
Por la Tierra y la unidad. Oremos. Ayúdanos…

ORACIÓN FINAL

Dios de la creación, te agradecemos por toda tu Creación. Te pedimos perdón por haber fallado en ser administradores justos. Y ahora, pedimos tu guía para restaurar la faz de la Tierra. Que aprendamos a vivir en armonía, seguridad, compartiendo en justicia los recursos entre todos. Que tu paz esté con esta Tierra. Que tu paz esté con esta comunidad. Que tu paz esté con todos los pueblos. Amén.