DOMINGO 2º DE CUARESMA
(Ciclo B)

EVANGELIO (Mc 9, 2-10)

En aquel tiempo, Jesús tomó consigo a Pedro, a Santiago y a Juan, subió aparte con ellos solos a un monte alto, y se transfiguró delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no puede dejarlos ningún batanero del mundo.

Se les aparecieron Elías y Moisés, conversando con Jesús.

Entonces Pedro tomó la palabra y dijo a Jesús:
    «Maestro, ¡qué bueno es que estemos aquí! Vamos a hacer tres tiendas, una para ti, otra para Moisés y otra para Elías».

No sabía qué decir, pues estaban asustados.

Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de la nube:
    «Este es mi Hijo, el amado; escuchadlo».

De pronto, al mirar alrededor, no vieron a nadie más que a Jesús, solo con ellos.

Cuando bajaban del monte, les ordenó que no contasen a nadie lo que habían visto hasta que el Hijo del hombre resucitara de entre los muertos.

Esto se les quedó grabado y discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.

Meditación:
Los cuarenta días que dura la Cuaresma tienen un importante valor simbólico, pues nos remiten, entre otras cosas, a esa senda que el pueblo hizo por el desierto durante cuarenta años. No estaban solos, sino que eran guiados por Dios a través de Moisés. Este personaje también aparece junto a Jesús y Elías cuando los discípulos caminan hacia Jerusalén tras el Maestro. Como sucedió en el Sinaí, también aquí se les otorga la norma fundamental: escuchar a quien es su Hijo amado. En Él se cumplen la Ley, los profetas y todas las expectativas escatológicas, representadas en Elías y Moisés. ¿Cómo estoy escuchando a Jesucristo durante esta Cuaresma?

Oración:
Quiero escucharte solo a ti, Señor, seguir tu camino. Que tu Espíritu me dé fortaleza para bajar de tu montaña y afrontar cada día.

Acción:
Prepara la Cuaresma con el sacramento de la reconciliación.