DOMINGO 5º DE PASCUA(Ciclo B)
EVANGELIO (Jn 15,1-8)
En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
«Yo soy la verdadera vid, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento que no da fruto en mí lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto.
Vosotros ya estáis limpios por la palabra que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros.
Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no permanecéis en mí.
Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego los recogen y los echan al fuego, y arden.
Si permanecéis en mí y mis palabras permanecen en vosotros, pedid lo que deseáis, y se realizará.
Con esto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos».
Meditación:
Si hay alguna palabra esencial en la vida cristiana, esta es “permanecer”, que viene de la mano de aquella que aparece tantas veces en el Antiguo Testamento: “ser justo”: tener la certeza profunda de que Dios es fiel, que puedo fiarme de Él pase lo que pase y que, cuando llega el desconcierto, el dolor, la oscuridad puedo permanecer “pegado” al Señor. Esta es la verdadera justicia: no alejarme de Dios por miedo ni por maldad. Hoy te pide lo mismo Jesús: que no te vayas nunca, que te atrevas a seguir a su lado, que Él es tu fuente y tu fundamento. ¿Has tenido la experiencia de alejarte del Señor cuando sentías en tu vida la herida de la injusticia, de lo que “no debe ser”? Repite despacio, con toda ternura: siempre contigo, mi Señor.
Oración:
Nada soy, Señor, sin ti. Ayúdame a dar fruto.
Acción:
Reza un Padrenuestro y saborea el “hágase tu voluntad”.